Son tan duras y resistentes que lo primero es un consejo: hay que golpearlas, doblarlas y caminarlas al menos dos semanas para que se ablanden. Después sí, son un paraíso de comodidad. Hace 75 años el médico alemán Klaus Maertens se hizo una pregunta tan simple como reveladora: ¿Por qué las personas deberíamos usar “neumáticos” macizos si los de los autos llevan aire? Maertens se estaba recuperando de un pie roto y hablaba, claro, de que todo el calzado disponible que encontraba le resultaba incómodo y pesado. La analogía entre las ruedas de los vehículos y las suelas de las botas de trabajo fue más que una idea: serviría como estrategia de marketing. Las “bouncing soles” (suelas rebotantes) serían el antecedente directo de la cámara de aire y la marca registrada de Dr. Martens, un calzado que pasó de ser utilizado por la clase trabajadora británica a ser un ícono fashion, pasando por las diferentes subculturas que lo hicieron popular.
El doctor famoso
Maertens había servido como médico para el ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial. Eran tiempos de suelas de goma maciza o de cuero duro, incluso para el calzado deportivo. Después de crear un prototipo más liviano, Martens se asoció con el médico e ingeniero Herbert Funck. Con algunos desechos militares -caucho recogido de un aeródromo y cuero (dicen) robado de una zapatería- comenzaron a producir zapatos. Hacia 1947 ya tenían algunos clientes, principalmente amas de casa, que por estar mucho tiempo paradas, necesitaban mayor comodidad. Para mejorar las ventas, decidieron hacer algo de publicidad en revistas.
Uno de esos ejemplares llegó a Inglaterra. La fábrica de calzados Griggs, fundada en 1901, era ahora manejada por la tercera generación de zapateros. Las suelas con aire llamaron la atención de Bill Grigg, quien decidió que sería una buena idea adquirir una licencia para fabricar las botas en el Reino Unido. Obtenido el permiso, introdujeron algunos cambios: un patrón único en toda la suela, ocho orificios para pasar los cordones, una puntera sólida, una tira en el talón con el nombre y un hilo amarillo para todas las costuras. En épocas de austeridad, el amarillo era más barato que el negro, y a la vez serviría para otorgarle cierta identidad al producto. Se simplificó el nombre a Dr. Martens, las botas fueron bautizadas como “AirWair” con el slogan “With bouncing soles”, y fueron lanzadas el 1 de abril de 1960. Dicho de otro modo, 1460, el nombre con el que hoy se las conoce.
Punks, mods, veganos
El precio inicial fue de dos libras. En un principio fueron utilizadas por carteros, carpinteros, policías y obreros de fábricas, pero sin una explicación lineal fueron adoptadas por tribus urbanas como los skinheads. Ellos preferían las bordó, y parte del fetiche era tenerlas siempre lustrosas y relucientes. Pero en una década de gran agitación sociocultural, toda expresión joven -no sólo las de ultraderecha, por suerte- generaba réplicas. El movimiento hippie, el Mayo Francés, los Panteras Negras, el cine blaxplotation y -sobre todo- el rock trasladaron su estética y sus mensajes a otras áreas. Que músicos como Pete Townshend o Elton John calzaran Dr. Martens sobre el escenario generaba una identificación no sólo como ícono de moda, sino también del músico con la clase trabajadora. Y cada nueva tribu los hizo propios: punks, mods, two tone, góticos, hardcores, rockabillys y hasta la desinteresada apatía del grunge. Desde Joe Strummer hasta Eddie Vedder, todos calzaron Docs.
Unos datos para contar en una sobremesa siempre resultan pintorescos. Mientras que en el comienzo los skinheads adoptaron el modelo 1460, en la década del ‘70 empezaron a usar el nuevo modelo 1490, porque -aún con la diferencia de color- la idea era no usar el mismo calzado que la policía. Y los colores -que desde el verde y el marrón hasta el negro y el bordó son parte de la identidad de la marca- pasan por un largo camino que empieza en las curtiembres (algunas de ellas de la Argentina) y terminan con el proceso de teñido e impermeabilización.
Si durante años la función de las Dr. Martens fue que las clases populares tuvieran acceso a un calzado de calidad, en el nuevo milenio el eje pasó por convertirlas en productos de moda de amplio consumo. Hay versiones para veganos (confeccionada con un polímero sintético muy similar al cuero), para niños (con diseños infantiles), ediciones limitadas con distintos diseños especiales (desde Sex Pistols hasta Cartoon Network) y hasta calzado industrial de uso pesado. Con lo retro y la nostalgia como principales argumentos, las DMs pisan las pasarelas, copan las redes y se exhiben en las calles, desde donde se convirtien en objetos de deseo, en aspiracionales. Mientras otras marcas se inspiran en su estética -por no decir que la copian- las Docs gozan del irrefutable placer de saberse originales.
Publicada en La Nación, agosto de 2019.-