A pesar de haber debutado en la primera división del Barcelona con apenas 17 años, el Lionel Messi de 2004 todavía era un brote. Había prometido en las inferiores de Newells, había causado sorpresa en los equipos B y C del Barcelona y se perfilaba como un crack cuando el holandés Frank Rijkaard lo hizo debutar en primera división. Las marcas deportivas, como era de suponerse, ya lo tenían en la mira, pero aún sin grandes contratos ni campañas publicitarias. De aquel no tan lejano 2004 apenas sobrevive un comercial para televisión, ausente en los canales oficiales de YouTube y que sólo puede verse gracias a las subidas piratas de quienes guardaron ese aviso como un pequeño tesoro. Era el comercial en el que Messi pedía -nos pedía- que recordemos su nombre.
Hasta su primera gran explosión como futbolista Messi había utilizado botines Nike. El único acuerdo que unía al jugador con la marca tenía fecha de 2002, cuando Lionel tenía sólo 14 años. Messi recibía a cambio material deportivo para acompañar su crecimiento como futbolista y la empresa podía explotar sus derechos de imagen. Y así fue hasta 2005, año en el que el seleccionado juvenil sub-20 disputaría el mundial en Holanda. Jorge Messi, papá y representante de Leo, recibió una carta de intención de la marca del swoosh con una cifra. Pero aún con ella, se dice, le pidió a Leo que doble sus piernas hacia atrás en la foto grupal de todo el plantel. Todos los jugadores tienen los pies hacia el frente, menos Messi.
Los documentos periodísticos de la época indican que Messi recibiría por parte de Nike 180 mil euros al año; pero lo que sucedió en el mundial cambiaría todo. La Selección Argentina salió campeona, Messi recibió el Botín de Oro como goleador del torneo y, además, fue elegido como el mejor jugador. Todavía con botines Nike, Messi recibió la Adidas Golden Ball.
Messi había empezado el mundial con unas pretensiones muy diferentes a las que tenía una vez finalizado el torneo, y Messi padre hizo valer cada gol convertido por su hijo. Mediante una carta le notificaron a Nike que daban por finalizadas las negociaciones y que se abstuvieran de seguir utilizando su imagen. Ese diplomático desplante sucedió porque Adidas entró en el juego con una propuesta mucho más interesante: 600 mil euros, un contrato por siete años y la posibilidad de que ese monto inicial aumente a la par de los partidos jugados y los títulos obtenidos.
Nike interpretó el hecho como una traición, de Messi y de Adidas. Y los llevó a juicio. En la demanda sostenían que el jugador ya tenía un acuerdo firmado y que la marca alemana había sido desleal. Pero en 2007 la justicia dictaminó que ni una ni otra cosa habían sucedido, porque una carta no tenía validez legal. Desde ese entonces Messi no sólo calza Adidas, sino que también es su imagen global, con un contrato renovado en 2017 -dicen- de por vida. Una vida que empezó a los 17, cuando en el comercial de la marca rival pidió que todos recordemos su nombre.
Publicada en La Nación, marzo de 2019.