Los gigantes de la indumentaria deportiva se calzan para disputar su propio torneo
Antes, hasta no hace demasiado tiempo, un botín de fútbol era un botín de fútbol, y ya. Casi siempre de cuero negro, con algún logo o símbolo en blanco, y sin mayores pretensiones que las de ser una herramienta de trabajo para el jugador. Pero más de 100 años de tradición implícita cambiaron en 1998, cuando Nike presentó los Mercurial R9. Lo hizo en el mundial de Francia 98 y en los pies del brasileño Ronaldo Luis Nazário, el jugador del momento. Dentro de un universo de infinitos negros, los R9 fueron una supernova azul, plateada y amarilla. Y aunque Brasil perdió la final, la imagen del jugador con la medalla de plata y sus botines colgados del cuello se convirtió en un símbolo de que, aún en la derrota, se podían hacer buenos negocios.
El cambio estético fue el comienzo de una revolución mucho más profunda que ya se había dado con las zapatillas, principalmente desde la década del ‘80: la tecnología aplicada para la mejora de la performance de los deportistas, pero también vista como un argumento de venta. La ciencia, que había diseñado tecnologías y materiales para llevar y acompañar al hombre en el espacio, podía aplicar esos mismos elementos en algo tan cotidiano como un calzado.
Los grandes eventos deportivos, como la Copa Mundial FIFA y los Juegos Olímpicos, son las ocasiones perfectas para que las marcas deportivas muestren lo que tienen para ofrecerle al mundo. Y en lo que respecta al deporte más popular del mundo la atención se centra principalmente en dos elementos: las camisetas y los botines. Mientras que para las primeras ya se da por descontada su excelencia tecnológica -confeccionadas con telas con nombres como Heat Ready, DriFit o DryCell, livianas y transpirables- en el terreno de los botines existen ciertos matices que no son tan fáciles de resumir.
Las marcas organizan su oferta de productos en distintas líneas o silos, que reúnen bajo un mismo nombre, por ejemplo, Al Rihla Pack, de adidas. Para las tres más grandes y que mayor (por no decir exclusiva) participación van a tener en Qatar 2022 -adidas, Nike, Puma- existen botines de velocidad, botines de toque y botines híbridos, cada uno con sus características específicas y distintas opciones de precios. En líneas generales en el mundo del calzado deportivo, sean zapatillas o botines, el precio de un producto es determinado por qué tanta tecnología incluyan los productos, y por la cantidad de piezas involucradas en la confección.
Los botines de velocidad fueron diseñados para jugadores que no tienen tanto contacto con la pelota. Tienen una suela rígida, que en sus versiones tope de gama incluyen una placa de fibra de carbono, y son los más livianos del mercado, con un peso de alrededor de los 100 gramos. Son los que usan jugadores como Lionel Messi (calza la línea X Speedportal de adidas, aunque todavía no está tan claro qué botines va a usar en Qatar), Kylian Mbappé (Nike Zoom Mercurial Superfly 9 KM) o Antoine Griezmann (Puma Ultra Ultimate).
El silo de los botines de toque está pensado para jugadores más exquisitos, que tengan que manejar más y mejor la pelota, y que no dependan tanto de la velocidad para su juego. En el caso de adidas son los Copa Sense (los usa Paulo Dybala, con elementos de cuero y tecnología FusionFit); para Puma es la línea Future (la que calzan Neymar Jr. y Luis Suárez) y en Nike se los llama Tiempo (Nicolás Otamendi).
¿Qué hace que un botín sea bueno? “La calidad de sus materiales, la durabilidad y el uso de la tecnología”, dice sin dudar Marcelo De Wilde (@marcelo_botines en Instagram), crédito local del coleccionismo de suelas con tapones. Y es justamente en la suela donde parece que está la posta de los botines. La rigidez, la distribución y forma de los tapones es lo que determinará qué tanto un jugador llegue a tiempo, o frene o se caiga durante un partido.
“Si bien cada silo está pensado para jugadores con determinadas características, para muchos de ellos todo eso es una mentira, porque terminan usando el que más cómodo les queda”, dice De Wilde. Messi, de hecho, utiliza unos customizados de manera exclusiva para él. “Existen botines como los Predator, de adidas, que fueron presentados en USA ‘94 y que traían como novedad una serie de injertos en el empeine que aportaban grip y que estaban inspirados en la superficie de las paletas de pin pon”, agrega. Hoy ese mismo concepto se aplica en toda la línea Al Rihla Predator Edge, remasterizada para los pies actuales. Del mismo modo, todavía hay líneas de botines que son una categoría en sí misma, como los adiPure (los que usaba Juan Román Riquelme), los Nike Total 90 (los que lucía Ronaldinho) o los Puma King, quizás los botines más tradicionales e históricos, utilizados por Diego Maradona.
La historia de los Puma King es un poco la historia de todos los botines. Empieza mucho más atrás de México 86, el año en el que Maradona se hizo leyenda a sí mismo. Los King nacieron en 1968, el mismo año en el que Nike intentó fabricar su primer modelo de botines y fracasó. Debutaron en el mundial de 1970, en los pies de Pelé. En 1974 calzaron a Johan Cruyff, a Mario Kempes en 1978 y en 1982 empezaron a moldear los pies de Maradona. La estrategia de entrar al campo de juego con los botines desatados, se dice, fue una idea de Guillermo Cóppola. “Si le pedía 20 pares a la marca y ellos me mandaban 18, entraba con los cordones atados y los fotógrafos no se acercaban”, contó el jugador en una entrevista. “Para el partido siguiente pedía 40 y me mandaban 45, así que entraba con los cordones desatados, me agachaba y ahí se acercaban todos a sacarme fotos”.
Los King -en realidad su versión actual, llamada Borussia- todavía se fabrican. Es el botín más vendido de la Argentina, es de industria nacional, y se produce en la planta que la marca tiene en La Rioja.
Lo que antes era exclusivamente cuero hoy es una mezcla de hilos de poliéster, poliuretano termoplástico y spandex, con hilos técnicos especiales para crear el equilibrio perfecto entre compresión, comodidad y durabilidad. En conjunto forman una capellada gomosa y liviana, más adaptable a diferentes situaciones climáticas. El cuero todavía se utiliza en unos pocos modelos, pero las compañías deciden llamarlo K-Leather, una forma menos controversial de llamar al cuero de canguro. Aún así, para las marcas parece ser cada vez más importante destacar que sus materias primas provienen de fuentes sustentables: plásticos recuperados de los océanos, materiales de origen vegetal y otros componentes reutilizados.
El mundial de Qatar será uno de los torneos que menos marcas de botines involucren. La torta se reparte con generosidad entre Puma, Nike y adidas, deja algunas migajas para New Balance y Under Armour, y no deja ni las sobras para marcas de tradición futbolera como Umbro y Reebok, o para otras que tuvieron mejores épocas, como Mizuno, Diadora, Kappa, Joma o Lotto. Con los colores y la velocidad como estandartes, la guerra de los botines tendrá su próxima batalla en Medio Oriente, ahí donde aunque el piso queme, el césped es natural. Otro triunfo de la tecnología.
Publicada en Rolling Stone Argentina, noviembre de 2022.-